Eduardo Grund
Hablando con Eduardo Grund, nos cuenta que –a los 14 años- la magia del cuarto oscuro del colegio le hizo comprender, como una especie de premonición, que sería fotógrafo; y recuerda que siendo muy pequeño, como jugaba con una Kodak Instamatic en el jardín. Años más tarde, con una cámara que le compraron sus padres y una vieja ampliadora que le regaló una vecina, comienza a formarse de forma autodidacta.
Despúes del colegio, estudia en un instituto que cuenta con la especialidad de fotografía. Entrados los 80 llegan las exposiciones, los concursos y los premios. Éxito y experiencia consolidan su vocación.
En los 90, con 22 años, abre su negocio, Artefoto, donde no faltaba trabajo. Al tiempo empieza a trabajar con las agencias de publicidad más importantes de Málaga, con creativos y diseñadores. Aprende de personas curtidas en el mundo publicitario, en un ambiente que exige mucha dedicación. Se trabajaba duro en un momento en que la construcción y sus industrias auxiliares, así como el turismo, vivían una “época dorada”.
A principios del nuevo siglo, nos comenta Eduardo, concretamente en 2002, un apasionante safari fotográfico por Tanzania, da un nuevo estímulo a su carrera. Sin abandonar Artefoto, se sumerge en la aventura de la fotografía de viajes, junto con un periodista que conoce por azar. El nuevo trotamundos, en una trayectoria aún inacabada (y que espera dure aún muchos años), recorre medio mundo: desde el Serengueti hasta los fiordos noruegos, desde Costa Rica a la India, desde Viena a Laponia.
Es en estas circunstancias en las que consigue premios importantes, como el Concurso Internacional del Aniversario de la caída del Muro de Berlín, evento en el que solo fueron convocados dos fotógrafos de prestigioso por cada país, con el objeto de representar en imágenes la simbólica efeméride, y en que gracias al trabajo por el presentado deja a España con el pabellon bien alto, al haber obtenido un brillante 2º premio.
Eduardo sostiene que el éxito en su labor es fruto del tesón y de procurar hacer bien el trabajo, algo con lo que es obsesivo. Pero dejando a un lado la faceta técnica de la profesión, son la pasión y el amor por esta disciplina, que se mueve entre el arte y la comunicación visual, los que llevan a la satisfacción del autor y a su más que probable consecuencia: la satisfacción del cliente.
El equipo de Artefoto.